El Raval es uno de los barrios más densos de Barcelona: sus calles y parcelas suelen ser estrechas. En consecuencia, las viviendas suelen ser largas, oscuras, con estancias mal ventiladas y, a menudo, tienen poca intimidad con los edificios vecinos.
Se propone ubicar la escalera de acceso a las viviendas en la fachada, inspirándose en las escaleras de emergencia de Nueva York y la normativa estricta en materia de seguridad de incendios de Barcelona.
En consecuencia, la escalera se convierte en un filtro entre el espacio colectivo -la calle- y el espacio doméstico -la casa-, propiciando niveles de intimidad adecuados al interior de las viviendas, al mismo tiempo que permite que todas las estancias dispongan de ventilación e iluminación adecuadas.